Tratamiento con toxina botulínica
El tratamiento con toxina botulínica tipo A se ha convertido en la técnica estética dermatológica más frecuente en todo el mundo. Su eficacia, su seguridad y su fácil aplicación la hacen indispensable en cualquier consulta de Dermatología estética.
El objetivo del tratamiento es la atenuación/eliminación de las arrugas provocadas por el envejecimiento, la exposición solar continuada y por un exceso en la gesticulación y por lo tanto en la contracción de la musculatura facial, fundamentalmente del tercio superior de la cara (frente, entrecejo y ojos). Se trata de relajar esta musculatura y así conseguir una expresión más relajada, más joven y eliminar gestos de cansancio, preocupación, tristeza, tensión y de envejecimiento.
El tratamiento de las zonas diana a mejorar consiste en la infiltración subcutánea en las fibras musculares de toxina botulínica con una aguja muy fina. Se realiza en consulta en 15 minutos y no precisa anestesia. Es una técnica bien tolerada y sólo en ocasiones produce una pequeña inflamación que cede rápidamente y permite hacer una vida normal. Es a partir del tercer día cuando comienzan a notarse los efectos deseados obteniéndose un efecto máximo a las dos semanas. En este momento es cuando se acude a revisión y se valora si es necesario retocar alguna zona de la cara. Los tratamientos son individualizados pudiendo variar de un paciente a otro los puntos de inyección y la dosis de toxina utilizada, un ejemplo entre hombres y mujeres.
Efectos del tratamiento con toxina botulínica
Los efectos conseguidos con el tratamiento son temporales durando entre 4-6 meses pudiendo repetirse la técnica tras este periodo. El uso continuado de la toxina botulínica evita que las arrugas vayan acentuándose con el tiempo y es una forma segura y eficaz de mantenerse joven, con un aspecto saludable sin perder naturalidad y personalidad.
La toxina botulínica es un tratamiento bien conocido no sólo para las arrugas de expresión sino también para la hiperhidrosis o exceso de sudoración. Con una técnica igual de sencilla se infiltra en axilas, palmas y/o plantas con el fin de reducir la sudoración y mejorar la calidad de vida de estos pacientes que en ocasiones se ve muy mermada. En estos casos se suele aplicar una crema anestésica 1 hora antes y la cantidad de toxina infiltrada es superior a la que utilizamos en la cara.
Otros campos de la medicina como la Oftalmología, la Neurología, la Rehabilitación, etc. la usan para corregir estrabismos, migrañas, asimetrías faciales y contracciones musculares entre otras patologías, con la misma seguridad.
Principales indicaciones de la toxina botulínica
- Arrugas de expresión del tercio superior de la cara (frente, entrecejo, nariz y patas de gallo).
- Efecto natural y relajado.
- Sonrisa gingival: corregir la desproporción que existe entre los dientes y la encía cuando está se expone en exceso al sonreír.
- Bruxismo (apretar los dientes de forma exagerada): si no se trata da lugar a desgastes dentales, dolores musculares y lesiones en la articulación temporomandibular.
- Cefalea tensional: relajar la musculatura responsable de esos dolores de cabeza.
- Hiperhidrosis axilar, palmar, cuero cabelludo: reduciendo el exceso de sudoración.
- Arrugas de expresión del tercio superior de la cara (frente, entrecejo, nariz y patas de gallo). Efecto natural y relajado.
Precauciones antes del tratamiento de toxina botulínica
- Suspender 1 semana antes cualquier fármaco que pueda favorecer la aparición de hematomas (aspirina y otros inhibidores plaquetarios, antiinflamatorios no esteroideos…)
- Pacientes con enfermedades neuropáticas motoras periféricas o trastornos funcionales neuromusculares no deberían ser tratados.
- Posponer el tratamiento si se está tomando aminoglucósidos hasta su suspensión.